Lena Pettersson
La Junta de Castilla y León quiere introducir más restricciones para reducir la movilidad, los contactos y la actividad de la población. Quiere que el Gobierne le deje imponer “un confinamiento breve, corto pero intenso, que permita cortar la transmisión del virus». Algo que quizá reducirían los contagios durante esas semanas, ¿pero luego?
Por el momento el Gobierno no lo permite, y personalmente me alegro de ello.
Aunque mientras tanto, creo que muchísimas personas estamos confinados -completa o parcialmente- desde hace una semana debido al temporal.
El clima, implacable, nos obliga a cuestionarnos qué constituye lo “imprescindible”.
Este confinamiento a mí me resulta más facil a aceptar que cuando algún gobierno regional o estatal nos obligue a encerrarnos en nuestras casas si no queremos correr el riesgo de recibir una multa. El segundo caso me crea una sensación de inseguridad aún mayor, la sensación de estar a merced de unas personas que en general muestran una gran indiferencia ante la mayoría de los factores que influyen en nuestra salud. Si no fuera así, dedicarían muchos más recursos a la sanidad pública y a los servicios públicos en general, tomarían medidas contundentes para garantizar un aire y agua limpios, alimentos saludables, una sostenibilidad de verdad, una reducción de las desigualdades. Etc.
Tendríamos que aprender a prepararnos ante temporales, pandemias, y otros catátrofes que son susceptibles de pasar. A ser “resilientes”, que significa algo así como ser capaz de adaptarse, saber llegar a doblarse sin romperse.
A diferencia de Isabel Díaz Ayuso (que debe ser una de las políticas más mentirosas actualmente, en dura competencia…), yo sí había leído y oído los avisos meteorológicos. Así que el jueves hace 8 días había ido al pueblo a abastecerme de alimentos básicos, el viernes siguiente me pasé la mayor parte de la mañana subiendo tantos que pude de las ramas que el último desbordamiento del río había traído, y cuando por la tarde empezó a nevar, llené la bañera de agua, botellas de cristal para tener algo que beber, y varias garafas de 5 litros para poder fregar, dar de beber a los animales, etc. (en mi caso, un corte de luz significa también corte de agua).

Hice bien, porque un poco antes de las 11 de la noche se fue la luz; me sentí afortunada de tener una estufa de leña, y de tener velas para la iluminación.
Aunque reconozco que flaqueaba el ánimo cuando a mediodía el día siguiente la avería seguía sin arreglarse. Sin embargo, a las tres y media la luz volvió: pude poner música, cargar el movil, fregar los platos, leer las noticias en el ordenador, y todas las otras cositas que damos por sentado que siempre vamos a poder hacer simplemente apretando algún botón o abriendo un grifo.
Esta comodidad duró poco: a las pocas horas noté que un grifo exterior se había roto, y tuve que apagar completamente la bomba de sondeo (…hay que mejorar la resiliencia mucho todavía). Pero antes llené otra vez la bañera, las botellas, las garafas…
Llamé a un fontanero; acordamos que le volvería a llamar cuando el camino fuera transitable para su furgoneta. Me temo que eso tardará mucho en pasar. Aún así me sentí más tranquila.
Pero: tenía luz, tenía agua, leña, comida…Y un paisaje glorioso.


El domingo me aventuré fuera de mi finca, a dar un breve paseo por los surcos que los tractores de los ganaderos habían hecho en el camino. Y por dentro de la finca entre los perros y yo habíamos conseguido hacer una red de pasillos estrechos y profundos entre la casa, el garaje donde guardo la leña, la puerta de la calle (que solo se deja abrir lo suficiente para poder colarse hacia dentro o fuera), el patio de mi yegua (también imposible abrir mucho la puerta), el árbol donde cuelga el comedero de los pájaros…




Ahora ha pasado una semana. Como sigo sin poder llegar al camino con el coche, mañana unos amigos van a recorrer los tres kilómetros desde el pueblo para traerme comida (habría aguantado todavía varios días, pero va a ser una fiesta ver a otros seres humanos aunque sea durante un momento…).


Ah, y esta mañana he podido disfrutar del lujo de agua corriente (no sé cuánto durará), ya que he conseguido descongelar las tuberías que van al/del grupo de presión, mientras el grifo roto afortunadamente sigue congelado (por el momento, luego habrá que cerrar otra vez…).
Lena…que preciosidad de fotos !!! Me quedo con la boca abierta y con ganas de estar ahí pisando esa nieve esponjosa que imprime tanta belleza al paisaje… Me alegro de lo del agua…espero te dure
Besotesss Pilar
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