
A pesar de que ya estamos entrando en otoño de verdad, en el Valle del Tietar la brecina (Calluna Vulgaris) está todavía floreciendo.
La brecina es una planta arbustiva que puede alcanzar hasta un metro de altura, pero también puede llegar a formar un tapiz sobre el suelo si se la poda o es comida por el ganado. Crece en páramos arenosos, y en los claros de pinares y robledales. Prefiere suelos ácidos, y resiste la sequía. Suele crecer en terrenos pobres en nitrógeno.
Es planta melífera, y da a la miel un sabor y textura característico. También se ha utilizado como tinte amarillo para lana, y como planta medicinal, sobre todo para tratamiento de inflamaciones de las vías urinarias (ramitas con flores, en infusión).
Pertenece a la familia Eriaceae.
A la misma familia pertenece el madroño (Arbutus unedo), que también prefiere suelos ácidos. Tanto la brecina como el madroño forman parte de la comunidad de plantas – junto con jaras, robles, castaños, enebros y durillos- que se encuentran en el bosque cerca de Mombeltrán donde fueron hechas las fotos.

Sus frutos son comestibles, aunque de una consistencia muy blanda, y sabor bastante palagoso. Contienen un poquito de alcohol, y según varios escritos pueden llegar a provocar dolor de cabeza si se come muchos (lo que no suele ser frecuente). Las hojas tienen uso medicinal; tienen propiedades antisépticas, astringentes, y diuréticas.
El madroño también tienen muchos beneficios ecológicos:
- Sus flores son una importante fuente de polen y nectar para las abejas, mientras que los frutos sirven de alimento para los pájaros.
- Tolera los suelos salinos, y es bastante resistente al fuego.
- Su follaje denso da cobijo a insectos y pequeños aves y animales durante el invierno.
- Tiene un sistema radicular extenso, que ayuda a establizar los suelos.
L.P.