Lena Pettersson
Por lo que he leído en diferentes medios internacionales, España es actualmente el país europeo con las restricciones más estrictas en cuanto a movilidad ciudadana (con la posible excepción de Serbia). Porque aunque las escuelas, bares, restaurantes y otros establecimientos siguen cerrados en la mayoría de los países, parece que en todos menos España (¿y Serbia?) se permite a la gente salir a pasear o a hacer ejercicio, al menos de forma individual, y por un tiempo limitado.
https://www.dw.com/en/coronavirus-what-are-the-lockdown-measures-across-europe/a-52905137
Entiendo que en esta situación de emergencia es normal que tengamos que aprender a vivir sin muchas cosas que antes veíamos necesarias, que tengamos que reducir aún más nuestros presupuestos aunque ya estaban por debajo del umbral de la pobreza, que tengamos que llevar mascarrillas en lugares públicos (al menos en los cerrados), que tardaremos mucho en poder ver a los amigos que viven en otras ciudades – y aún más a los familiares y amigos que viven en otros países- por mucho que nos entristezca y -añadido a la incertidumbre general- nos pese. Pero las restricciones cuyo sentido no alcanzo a ver, personalmente me pesan casi aún más.
Como esta prohibición de salir si no sea por ir a comprar algo, esta prohibición de cuidarnos, incluso tomando todas las precauciones para protegernos tanto a nosotros mismos como a los demás.
Porque pienso que en esta situación es aún más importante cuidarnos, y aumentar nuestras defensas en general, ya que desgraciadamente no es como un amigo mío dijo irónicamente: “menos mal que el coronavirus también ha matado todas las demás enfermedades”. Y las tres reglas básicas para aumentar las defensas son comer bien, hacer ejercicio, y dormir bien. En los paseos respiramos aire libre -más limpio ahora que antes de la crisis-, hacemos ejercicio, y descansamos al menos un rato de las pantallas (que son muy importantes estos días, pero que no ayudan a dormir), y vemos y sentimos la vida en la naturaleza (incluso en las ciudades habrá algún árbol, y pájaros); nos ayuda a cuidar tanto nuestro cuerpo como nuestra mente y espíritu.
En un artículo interesante publicado en El Diario.es hace casi un mes, “Tomar suplementos no protege contra el coronavirus”, Darío Pescador resume las tres formas principales de reforzar el sistema inmunitario:
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Dejar de atacarlo: el tabaco, el alcohol y el sedentarismo debilitan el sistema inmunitario
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La dieta: suficientes proteínas, vegetales y alimentos fermentados
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El deporte: la actividad física refuerza los mecanismos antiinflamatorios y aumenta la diversidad de la microbiota
https://www.eldiario.es/tumejoryo/Tomar-suplementos-protege coronavirus_0_1004050556.html
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Cada vez se leen u oyen más voces que reclaman que se deje salir a los niños acompañados. Incluso hay personas que nos recuerdan -además con bastante sentido de humor- que también los viejos roqueros necesitan salir, lo que a mí me produce cierto alivio.
https://somoschamberi.eldiario.es/viejos-rockeros-queremos-libertad-diario-coronavirus
Alivio porque a veces se siente como las personas que ya no somos tan jóvenes, o que no tenemos niños o incluso familia aquí, no existiéramos. Igual que cuando se dice que “nadie se quedará atrás”, pero sólo se habla de empresarios, trabajadores y autónomos (aunque me temo que estos últimos seguirán siendo muy desprotegidos…), y se olvidan de los que ya estaban en el paro, a los inmigrantes, o a la gente -sobre todo en el mundo rural- que no tienen otro remedio que trabajar en el “sector gris o informal”, porque sus ingresos apenas llegarían a pagar la seguridad social.
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Cuando me quejo de esta “criminalización de los paseantes”, la mayoría de mis amigos españoles me dicen que es porque aquí la gente es muy irresponsable, y necesitan restricciones tan estrictas para no salir a hacer botellones, procesiones, fiestas, manifestaciones, etc.
Yo lo dudo. Pero si fuera así, habría que cuestionar (entre otras cosas) si los medios de comunicación en general sirven para “estupidificar” (?) o para informar. Además, como esto va para largo, pienso que es fundamental que cambiemos nuestros hábitos por convicción, y no por el miedo a las multas.
Se me ocurre otra explicación al hecho de que en España – a diferencia de otros países europeos- no se permita salir a pasear o a hacer deporte individual. ¿Puede ser que aquí los gobernantes -y la gente en general- no se haya dado cuenta de lo importante que es el contacto con la naturaleza para nuestra salud y bienestar?
Sería una explicación bastante preocupante. Porque al ser así, va a ser difícil que España trabaje en la dirección que reclama el Club de Roma en su “Carta abierta a los líderes globales – Una planeta saludable para gente saludable”.
Algunos extractos de la carta:
«Llamada a la acción: Saliendo de la Emergencia Planetaria y Colaboración entre las Personas y la Naturaleza.
Es tiempo de enfrentar nuestros miedos, construir esperanza y dirigir la acción para responder a la actual crisis sanitaria, económica, climática y de biodiversidad con soluciones que construyan sociedades resilientes a largo plazo. (…)
COVID-19 nos ha demostrado que una transformación radical es posible. Estamos ante una oportunidad sin precedentes de sustituir la economía basada en los combustibles fósiles y en un crecimiento ilimitado a toda costa, por un nuevo sistema que equilibre la humanidad, la prosperidad y los límites del planeta.
La manera en que los líderes decidan estimular la economía en respuesta a la crisis económica causada por el coronavirus podrá o amplificar o mitigar las amenazas globales. Hay que elegir con sabiduría, y no tomar decisiones de corto plazo que incrementen las emisiones y continúen degradando la naturaleza en el largo plazo.
Debemos acelerar la transición a economías resilientes y sociedades en equilibrio con la naturaleza.
Sabemos que las soluciones son: Invertir en energías renovables en lugar de combustibles fósiles; Invertir en naturaleza y reforestación; Invertir en sistemas alimentarios sostenibles y agricultura-ganadería regenerativa; Movernos hacia economías circulares, mucho más locales y bajas en carbono. Estas acciones positivas pueden además ser una gran fuente de esperanza colectiva, empleo local y optimismo para la regeneración de la vida en estos tiempos tan inciertos. (…)
Traducción al español de la carta:
Versión original en inglés: