Pablo Marín Martín
A mediodía desde Mombeltrán se veían crecer nubes algodonosas en la trasera del puerto de El Pico. A medida que recorría la carretera hacia Cuevas del Valle y me arrimaba más y más a las laderas de Gredos, las nubes se escondían tras la sierra y ya apenas las podía ver. Esto me estaba indicando que las nubes crecían por detrás: en la vertical de las Parameras, y no encima de la misma cuerda de Gredos. La tarde se presentaba como una de tantas en que nadie sabe a ciencia cierta si la tormenta se descolgará hasta nuestros pueblos de la cara amable de la sierra.
La Serrota y las Parameras actúan como un “nido de tormentas”. No soy meteorólogo, y desconozco por qué son más propensas estas cuerdas de montaña a la formación de nubes de evolución que la línea meridional de Gredos. Supongo que tiene que ver con la confluencia de las brisas cálidas diurnas. Éstas ascienden desde los fondos de valle (Tiétar y Amblés) a las cumbres, y ahí se enfrían. La vertiente sur tiene mayor desnivel que la norte, así que a lo mejor la brisa alcanza mayor velocidad y desplaza la formación de nubes un poco más al norte. O quizás el aire, al descender desde las cumbres a los valles del Alberche y el Tormes, y volver a subir a las Parameras produce un flujo turbulento que sirve de motor para formar los cumulonimbos.
Por detrás de El Pico, un gris casi negro se confundía con el del granito de El Torozo, desvaneciendo la silueta del risco. Los truenos retumbaban desde las tres de la tarde. La tormenta terminó por llegar a la vertiente meridional, refrescando el ambiente, a eso de las seis, cuando en los pueblos de la sierra ya llevaban horas viendo llover.
Me gusta la meteorología (y sobre todo la climatología). Durante años, he seguido de cerca las tormentas y los temporales de lluvia más intensos. A veces desde el ordenador, viendo el radar de Aemet y las estaciones meteorológicas on line. Otras, recogiendo datos en el puerto de El Pico bajo la intemperie y el aguaviento con unos instrumentos la mar de rudimentarios, pero eficaces. Más vale mojarse un día, que cargar con la duda toda la vida. Esa es mi visión, supongo que también la de cualquier curioso investigador ávido de conocimiento.
Quiero compartir con vosotros algunas de esas observaciones. Pero también me gustaría que compartieseis conmigo datos meteorológicos de vuestros pueblos (del entorno de Gredos) escribiendo a la revista.
Estos son algunos de esos fenómenos que he registrado intentando mantenerlos a salvo frente al paso del tiempo.
Tormenta de junio de 2010.
Estaba echado la siesta y me despertó el sonido del río. Bajaba crecido y turbio. Parecía imposible, ya que en el pueblo no había caído ni una gota. Sin embargo, en la cabecera de la garganta, a tan solo 3 km en línea recta, había caído una intensa tormenta.
La zona amarilla indica alta intensidad de las precipitaciones.
Tormenta del 20/09/2014 sobre Ramacastañas.
Recuerdo ver caer desde Cuevas cientos de rayos sobre el cerro del Amoclón. Las nubes de evolución (que tienen un fuerte desarrollo vertical) parecían rastreras y estar tocando la zona baja de las Cinco Villas como apelmazadas sobre los pinares. El radar acumulado de Aemet estimó más de 32 mm en la zona de mayor precipitación (mancha amarilla). Los datos radar siempre infravaloran la cantidad de lluvia, así que debió de caer bastante más cantidad en las 2 horas que duró la tormenta.
Tormenta 22 de julio de 2015.
Unos conocidos estaban recorriendo la senda de las Cinco Villas. Dijeron sorprendidos que desde Villarejo se oía caer la lluvia en los pinares de Santa Cruz. En Villarejo y Cuevas la lluvia fue inapreciable. El radar en las inmediaciones de Santa Cruz estimó más de 64 litros (mancha rojiza).
Temporal de lluvias de octubre de 2014: Un claro ejemplo del efecto Foehn.
Cuando los frentes del oeste barren uno tras otro la península y las lluvias se vuelven persistentes, la imagen radar del acumulado de lluvias muestra perfectamente cómo la Sierra de Gredos hace de barrera para las precipitaciones. El Tiétar (vertiente sur) recibe mayor cantidad de lluvias (mancha verde) que la norte.
¡Hasta la próxima… tormenta, lectores!