Lena Pettersson
Paseando por el campo fuera de las rutas turísticas casi siempre se suelen encontrar gratas sorpresas en forma de plantas, animales, rocas, agua y rincones bonitos naturales. Y también, a veces, en forma de obras humanas. Como estas construcciones de piedra en unos prados entre Navalosa y Navarrevisca. No sé cuándo fueron construídas, ni por quiénes; pero sí se percibe que las personas que las construyeron tenían un conocimiento intimo tanto de la piedra como del paisaje. Y un sentido de armonía -y de economía, de saber aprovechar los recursos- que ojalá fueran también más extendidos en nuestros pueblos y ciudades.